Analizar o reflexionar los escritos de José María Arguedas con relación a la actual realidad cambiante es muy complejo, no pueden ser leídas e interpretadas en una sola dimensión ni bajo el prisma de una sola disciplina, Gonzalo Portocarrero señala ”cada época tiene una interpretación diferente de los clásicos, que tendrían por consiguiente una suerte de calidad caleidoscópica”, con el transcurrir de los años podemos encontrar nuevas aproximaciones o interpretaciones de los estudios literarios, antropológicos de José María Arguedas y creemos por ello que sus obras se hace vigente.
Dentro de esta lógica quisiéramos reflexionar, sobre la idea de lo andino y lo moderno en el pensamiento de José María Arguedas; para lo cual recurriré a dos participaciones que tuvo el escritor : la primera, su Intervención en el Primer Encuentro de Narradores Peruanos.- (Arequipa 1965) y la segunda, el discurso conocido como No soy un Aculturado al recibir el Premio Inca Garcilazo de la Vega, (Lima 1968).
Antes de iniciar dicha reflexión quisiera mencionar por qué nos interesa el pensamiento de José María Arguedas. Unos 16 años atrás en la institución que lleva actualmente el nombre del escritor, los integrantes nos pusimos a buscar un logotipo que nos identificara al principio fue complicada la tarea porque no encontrábamos algún detalle o frase; uno de ellos manifiesto que podría ser el Danzarín de Tijeras, otro el Athok (Zorro), y aprobamos el primero, más por intuición que por conocimiento. Pasado el tiempo nos enteramos que el Danzarín de Tijeras intenta representar esa relación entre la cultura andina y la occidental porque tanto la vestimenta, como los instrumentos de la danza en su mayoría son españoles, en cambio el ritual (pacto con el Huamani) y su baile son andinos, por ello creemos que somos de esta relación y que otros autores denominan mestizos, cholos, etc. porque existe en nosotros lo andino y lo occidental (moderno) como una forma de vida dinámica y cambiante.
La comunidad campesina o comunidad de indios no es una organización social estática o que vive de simbolismos de añoranza, sino que por el contrario los comuneros o indios tienen una idea de progreso (modernidad) consciente o inconscientemente. Arguedas nos manifestaba “En Puquio, viendo trabajar en faenas a los comuneros de los cuatro ayllus, asistiendo a sus cabildos, sentía la incontenible, la infinita fuerza de las comunidades de indios, esos indios que hicieron, en veintiocho días, ciento cincuenta kilómetros de carretera que trazó el cura del pueblo. Cuando entregaron el primer camión al Alcalde, le dijeron: Ahí tiene usted, señor, el camión, parece que la fuerza le viene de muchas ventosidades que lanza, ahí lo tiene, a usted lo va a beneficiar más que a nosotros; mentira, se beneficiaron mucho más los indios, porque el carnero que costaba cincuenta centavos, después costó cinco soles, luego diez, luego cincuenta y los indios se enriquecieron, a tal punto que alcanzaron un nivel de vida y una independencia económica tan fuerte que se volvieron insolentes y la mayoría de los señores de Puquio se fueron a Lima, porque no pudieron resistir más la arrogancia de estos comuneros”1
En esa misma lógica, José María explica que la fuerza de la comunidad está en la decisión de los campesinos por su propia voluntad, “Pero el Varayoc o Alcalde de Chaupi, al momento de hacer la entrega del camión, les dijo al Subprefecto y Alcalde.- En veintiocho días hemos hecho esa carretera, señores, pero no es nada, cuando nosotros lo decidamos podemos hacer un túnel que atraviese estos cerros y llegue hasta la orilla del mar; lo podemos hacer, para eso tenemos fuerzas suficientes”2
La idea que se ha manejado de las comunidades ha estado muy estereotipada, muchos estudios, ensayos con ideas socialistas miraban a las comunidades, sobre todo andinas, como el núcleo de una nueva forma de vida comunista donde todo era igualitario, los otros tenían otra mirada a la comunidad como una suerte de tradicionalismos, conformismo, donde el pueblo es de segunda clase ( los marginados), donde todo se ve atraso, sin ninguna idea de sobresalir, por lo que señalaban la existencia de dos Perús uno citadino (moderno) y otro andino ( tradicional); analizando con otro lente podemos leer a Arguedas en sus escritos que ya nos llamaba la atención de que debemos quitarnos de esos estereotipos, porque la comunidad también busca el progreso no solo en la carretera sino en la construcción de sus escuelas, postas, puentes y sobre todo en la educación de sus hijos porque buscan que deben ser diferentes y no iguales a ellos.
Creemos que esta idea de diferencia se encuentra en las obras de Arguedas porque no busca solo acuñar un único personaje ideal sino sus personajes son diferentes no solo en la literatura sino también en lo antropológico. El reconocimiento de las diferencias en la comunidad no se entiende como individualismo sino, por el contrario, como un elemento importante del fortalecimiento de las comunidades por que esto permite en el desarrollo de las habilidades y destrezas de los campesinos posibilitando el desarrollo y el progreso individual y comunal.
Nosotros creemos que las obras de Arguedas siempre han tenido una relación entre lo andino y lo moderno porque sus obras literarias y sus ensayos antropológicos buscan la relación entre los campesinos y los citadinos apuntando hacia una unidad mestiza. Este Mestizo tienen otra característica en José María no es el sumiso, dependiente, triste o melancólico sino por el contrario independiente, trabajador, con un proyecto de vida, que rompe permanentemente las fronteras de lo andino y lo moderno. “El Mestizo del Valle del Mantaro no era el individuo atormentado y torturado que ha sido representado por muchos como el prototipo del mestizo andino, sino más bien un individuo orgulloso, alegre incluso económicamente exitoso, partícipe de una cultura tradicional y popular altamente creativa y dinámica”.[1] Esta visión del mestizo en el Valle del Mantaro es opuesta a otras visiones como la de Luis E. Valcárcel, quien comparó “al mestizaje con deformación cultural, y califico como un híbrido que, en lugar de heredar las virtudes de sus predecesores, heredaba sus vicios”.[2]
También, Raúl Romero señala “Arguedas observó que el mestizo en lugar de ser un individuo descastado encerrado en el mundo de indios y blancos (que es la manera como el mestizo ha sido definido en la literatura antropológica) en el Valle del Mantaro había evolucionado desde principio de siglo, como una clase social”.[3] Él mismo nos sigue diciendo “El mestizaje en los andes sudamericanos no es un proceso solamente racial, sino mas bien cultural. Un proceso que yo me atrevería a describir aquí como una gradual apropiación de la modernidad por el campesino indio. Para tal efecto, ellos se apropian de las herramientas necesarias para negociar con el mercado en el mejor de los términos. De manera que el campesino del valle abrazó el bilingualismo, aprendiendo el español sin olvidar el quechua”.
Para Flores Galindo existe un tipo de dualidad en Arguedas nos dice: “Lo que hasta ahora aparece es que en Arguedas hay dos visiones sobre el encuentro entre occidente y el mundo andino. La visión del Arguedas novelista, de un mundo violento (donde hay contraposición entre mistis e indios) que sólo puede cambiarse de una manera igualmente violenta y radical, y la visión del antropólogo donde hay esperanza en cuanto a poder cambiar ese mundo sin violencia, en la medida en la cual no se produzca un choque entre los campesinos y el capitalismo, y que los campesinos vayan incorporando el mundo capitalista”3.
Esto nos hace pensar que la visión dual de Arguedas que algunos autores señalan en los análisis sus obras, no la han podido hallar en su pensamiento: la idea de unir lo andino y lo moderno sino que por el contrario, han buscado polarizarla. Creemos que no es así, sino que Arguedas siempre ha buscado la construcción del mestizo con patrones culturales diferentes a lo andino y lo moderno pero utilizando a los dos lo que se puede afirmar el Perú es un país múltiple. Se entiende por multiplicidad una suerte de peruanización del país a partir de la periferia, no del centro. Esta identidad múltiple que se viene gestando no es nueva sino que es anterior, como José María Arguedas nos muestra en sus escritos. sobre todo antropológicos. Iván Thays nos trata de explicar un elemento de la identidad múltiple que el lo llama “identidad de desarraigo”, a la pregunta de Rocío Silva Santisteban: ¿Sigue el debate entre Arguedas y el indigenismo? A propósito del libro de Vargas Llosa “La utopía Arcaica” él responde: “Por otro lado, estoy de acuerdo con otra propuesta de Vargas Llosa: que la identidad de la literatura peruana en general no es andina, ni occidental; su identidad se funda en el desarraigo. Arguedas es un desarraigado, quizá uno de los más desarraigados entre los escritores peruanos, por eso creo que su obra es valiosísima, sobre todo los ríos profundos, donde esta condición se hace más patente”. [4]
La idea de lo andino y lo moderno, en Arguedas, es graficado en la novela “Todas las Sangres” cuando el autor nos explica: “Y escribí este libro, “”Todas las Sangres” en el que he intentado mostrarlo todo, de allí lo que pueda tener de bueno y lo que tiene de defectos. Hay tres personajes que son los más importantes, dos son fundamentales, dos heredan un gran feudo, los dos hermanos se odian a muerte por circunstancias especiales, ya han sido maldecidos por su padre, a quien han quitado sus bienes en vida; uno es de mentalidad completamente antigua y feudal, el otro ha sido educado en los Estados Unidos y en Lima, es casi ingeniero, no llegó a serlo y desea hacer del Perú un país muy como Norteamérica; el otro quiere aguantarlo para que siga siendo un país antiguo. En el fondo, uno de los dos hermanos lucha porque desea modernizar el país (y debe modernizarse sin perder sus raíces antiguas) y el otro odia lo moderno porque considera que la modernidad es un peligro para la santidad del alma. Entre los dos, como cuña formidable, está un indio que sufrió todo cuanto un indio puede sufrir en Lima, el honorable Rendón Willka”.4
Pero no solo están representados lo andino y lo moderno en Fermín y Bruno, sino que existe un personaje importante que es Demetrio Rendon Willka, a nuestra forma de entender podemos decir que Demetrio representa al poblador o ciudadano actual que tienen una cultural híbrida como lo señala García Canclini donde se encuentra lo andino y lo moderno, no solo Rendón migra sino miles de campesinos o comuneros de las comunidades a las grandes ciudades, entre ellos se encuentra el mismo Arguedas fue un forastero permanente5 que vivió en el Cuzco, Puquio, Huancayo, Ica, Lima, Puno, España y Chile. No sólo se quedan en la ciudad sino también regresan a sus comunidades y son ellos los que recrean sus valores culturales de lo andino y lo moderno en los dos espacios por lo que nos parece pertinente que la obra “Todas las Sangres” no se debe leer como una novela sino sobre todo como un ensayo antropológico, Rocío Silva Santiesteban señala: “Es justamente en esta mesa redonda que Arguedas intenta, con pasión y desgarramiento, conjugar la modernidad con la tradición cultural andina. Sostiene con vehemencia que la gran ambición del libro (Todas las sangres) fue justamente mostrar esa multiplicidad de concepciones, según los grados de aproximación de un mundo en furor y niega rotundamente que exista una diferencia insoslayable entre la concepción mágica, del mundo andino y la visión racionalista; se trataría más bien de la fase de una dialéctica”.[5] La obra por tanto sigue teniendo vigencia en estos tiempos donde el proceso de modernización está llegando a todos los rincones de nuestro país.
El personaje literario de Demetrio Rendón Willka de José María Arguedas se ha convertido de una figura literaria a una realidad de nuestro país, porque en él encarnan muchos campesinos o comuneros que han migrado de sus pueblos pero vienen regresando a ellos pero ya no con la mentalidad andina sino con una idea de progreso, en otras palabras con una mentalidad híbrida que readecua sus patrones culturales, no sólo individualmente sino sobre todo en la organización comunal y su desarrollo de la modernidad en su pueblo y vienen construyendo una utopía de ciudadanía.
Lo que Arguedas busca es una suerte de unión de las dos culturas, pero sin perder lo mágico, humanizante de lo andino; en otras palabras, la construcción de una cultura de todas las sangres. “El cerco podía y debía ser destruido; el caudal de las dos naciones se podía y se debía unir. Y el camino no tenía por qué ser, ni era posible que fuera, únicamente, el que exigía con imperio de vencedores expoliadores, o sea que la nación vencida renuncia a su alma, aunque no sea sino en apariencia, formalmente y tome la de los vencedores, es decir que se aculture. Yo no soy un aculturado; yo soy un peruano que orgullosamente, como un demonio feliz, habla en cristiano y en indio, en español y en quechua. Deseaba convertir esa realidad en el lenguaje artístico y tal parece, según consenso más o menos general, que lo he conseguido”6
Esta idea de conflicto, entre lo andino y lo moderno, provoca que muchos, como Arguedas, busquen mezclar, recrear y readecuar los valores del uno y del otro, sin que esto permita que uno de ellos salga vencedor, sino, por el contrario, se busque la equidad. Arguedas nos dice: “El relato (Agua) le pareció muy bien. Yo lo había escrito en el mejor castellano que podía emplear, que era bastante corto, porque yo aprendí a hablar el castellano con cierta eficiencia después de los ocho años, entonces sólo hablaba quechua... Cuando yo leí ese relato, en ese castellano tradicional, me pareció horrible, me pareció que había disfrazado el mundo, tanto así como las personas contra quienes intentaba escribir y a quienes pretendía rectificar. Ante la consternación de estos, mis amigos, rompí todas esas páginas. Unos seis o siete meses después, las escribí de una forma completamente distinta, mezclando un poco la sintaxis quechua dentro del castellano, en una pelea verdaderamente infernal con la lengua. Guardé este relato un tiempo, ... lo leí y el relato era lo que yo había deseado que fuera y así se publicó”7.
Por último, quisiéramos decir que Arguedas siempre buscó la relación y unión entre lo moderno y lo andino, él pensaba que podía hacer convivir la cultura occidental (moderna) y la andina. Una nueva integralidad cultural se abría como una esperanza “Perfeccionar los medios de entender este país infinito mediante el conocimiento de todo cuanto se descubre en otros mundos. No, no hay país más diverso, más múltiple en variedad terrena y humana; todos los grados de calor y color, de amor y odio, de urdiembre y sutilezas, de símbolos utilizados e inspiradores. No por gusto, como diría la gente llamada común, se formaron aquí Pachacámac, Pachacútec, Guamán Poma, Cieza y el Inca Gracilazo, túpac Amaru y Vallejo, Mariátegui y Eguren, la fiesta de Qoyllur Riti y la del Señor de los Milagros”8. Algunos como Vargas Llosa buscan desvirtuar el pensamiento de Arguedas, él sostiene, por ejemplo que Arguedas rechaza de plano la modernidad, Miguel ángel Huamán nos explica que esto es falso “Vargas Llosa no puede encorsetar a Arguedas desde su punto de vista. ¿quién dice que el mundo andino rechaza la modernidad?. Una cosa es convivir, sobrevivir, discutir con la modernidad, y otra cosa es rechazarla”.
Manuel Castillo también encuentra en las obras de Arguedas la idea de lo moderno en relación con lo andino “El otro elemento es lo moderno en Arguedas. Yo no quería colocar la palabra moderna tan cerca de la sociología clásica, aunque me vi tentado y busqué haber si en Arguedas había esa idea de lo moderno y sí la hay. Arguedas dice que hay elementos modernos que van introduciendo factores que se integran a la vieja estructura social, y lo dice en parte en el texto “Razón de ser del indigenismo”. Entonces es lo moderno lo que va ingresando; el no lo niega, no niega a lo moderno, más bien está viendo los dos lados de lo moderno”9
Para terminar, podemos decir que el pensamiento de Arguedas está vigente para tener una nueva lectura de nuestra cultura peruana, porque cada vez más se van encontrando adecuaciones de las dos culturas, andina y moderna, en la vida cotidiana de los peruanos. Concluyendo podremos citar a José María Arguedas: “El hombre no embrutecido por el egoísmo puede vivir en todas las patrias”.
1 Arguedas, José María.- Intervención en Arequipa
2 Arguedas, José María.- Intervención en Arequipa.
[1] Arguedas, José María “Folklore del Valle del Mantaro”, en Folklore Americano, vol. 1, 1953.
[2] Valcárcel, Luis, Tempestad en los Andes. Lima, Minerva 1925.
[3] Romero, Raúl, De-esencializando al mestizo andino, en Cultura y Globalización. Lima Red para el desarrollo de la ciencias sociales en el Perú. 1999.
3 Flores Galindo Alberto.- Dos ensayos sobre José María Arguedas, Cuadernos de Sur 1992.
[4] Silva Santiesteban, Rocío, La utopía Arcaica.- Internet. 2001.
4 Arguedas, José María, En primer Encuentro de Narradores Peruano. Arequipa, 1965, Lima, Casa de la Cultura, 1969.
5 Cornejo, Polar Antonio.- Condición migrante y representatividad social.- “No en vano Arguedas sé autodefinió como un forastero permanente y elaboró sutiles y agobiadas consideraciones sobre lo que llamaba el forasterismo esa desasosegó experiencia de ser hombre de varios mundos, pero a la larga de ninguno, y de existir siempre desconcertado en tierra ajena”. En Amor y fuego 1995-DESCO.
[5] Silva Santiesteban, Rocío, La utopía Arcaica.- Internet. 2001.
6 Arguedas José María.- No Soy un Aculturado.-
7 Arguedas José María.- Intervención en Arequipa.
8 Arguedas José María.- No Soy un aculturado.
9 Castillo Manuel .- El conflicto cultural y la intervención triunfante. Amor y fuego . 1995 DESCO.
No hay comentarios:
Publicar un comentario