19 de octubre de 2012

CULTURA INCLUSIVA VS POLÍTICA INCLUSIVA



Ricardo Soto Sulca

Mucho se viene hablando de inclusión social en nuestro país, desde los discursos políticos hasta la constitución de políticas de inclusión pasando por la creación del Ministerio de la Inclusión Social, generalmente la inclusión social se le asocia con la reducción de la pobreza y por tanto con la efectividad y eficiencia de los programas sociales.

En esta oportunidad queremos desarrollar la idea de cultura inclusiva que viene hacer un cambio de actitud de las personas y su interrelación entre ellos, porque no solo con normas, leyes e institucionalidad por parte del estado se puede empoderar la cultura inclusiva en nuestra sociedad, Luis Thais nos dice: “La inclusión busca que la población tenga acceso al conjunto de oportunidades que ofrece una sociedad. La inclusión social implica acceso a la educación de calidad, servicios de salud, vivienda adecuada (incluyendo saneamiento, electricidad, recojo de basura), conectividad, utilización de espacios públicos, acceso a la cultura, a la justicia, a no ser discriminados, pero más importante aún a la posibilidad de generar ingresos o producir riqueza que permite a los ciudadanos, como dice la constitución política del Perú: tener derecho a la vida, a su identidad, a su integridad moral, psíquica y física a su libre desarrollo y bienestar”.

Estando de acuerdo con la idea de Thais sobre inclusión  social, nos centraremos en el tema de no ser discriminado, no solo por estado sino sobre todo por nosotros mismos, si persiste la discriminación, la exclusión entre nosotros mismos no vamos a poder construir una cultura inclusiva entre los peruanos, las personas en nuestro país vienen excluyendo o discriminando a las personas con enfermedades terminales, discapacitados, lengua nativa, genero, raza, etc. Por tanto no basta generar normas, leyes o crear un ministerio de inclusión social si no hay una real trasformación cultural de las personas para que puedan operar las políticas sociales, para ejercer su derecho ciudadano, para reconocer las diferencias entre las personas.

Las buenas intenciones de los que diseñan y proponen no solo normas y leyes sino programas de intervención para la inclusión social en los diferentes sectores de nuestra sociedad chocan con una triste realidad de que no cuentan con los operadores especializados para implementar dicha política o programa, muchas veces estos funcionarios o responsables en veces de llevar a cabo las actividades planteadas son los que entraban dicho proceso no solo por desidia sino sobre todo por el poco o nada de conocimiento que tiene sobre cultura inclusiva.

La poca importancia que tienen las autoridades de los diversos niveles: nacional, regional y local sobre la preparación y capacitación de su agencia hace que no pueden desarrollar programas de promoción, prevención y recuperación de las personas con habilidades diferentes, pero sobre todo no trabajan con las familias de estas personas que la idea de buscar una integración familiar y comunal.

Es importante que esté presente en la agenda de todas las instituciones públicas y privadas que tienen relación con las personas de habilidades diferentes el tema de cultura inclusiva y se convierta en un elemento vinculante en todos los programas sociales o políticas sociales que implementa el estado. En nuestra experiencia de trabajo intelectual y de promoción pudimos constatar que los mismos adultos somos los que buscamos marginar o excluir a los niños y niñas que tiene habilidades diferentes y enseñamos a nuestros propios hijos a discriminar a sus propios pares, por tener muchos prejuicios o percepciones negativas que son creados por el sentido común de ellos, por ejemplo: “no te puede juntar con un discapacitado porque te puede contagiar o que va decir la gente si sabe que tenemos un hijo discapacitado o con enfermedad terminal”, por tanto nosotros mismos discriminamos nuestros propios hijos.

Esta discriminación se da en ida y vuelta, somos profundamente discriminadores por tener una cultura negativa, sancionadora y construimos estereotipos y prejuicios con un contenido excluyente sin tener en cuenta que también nosotros somos marginados por los otros ya sean personas “normales” o personas con habilidades diferentes.

Por lo que es importante en trabajar el tema de cultura inclusiva como cambio de mentalidad en las personas comenzando en el hogar, las instituciones educativas, el trabajo y la comunidad para lo cual se debe desarrollar programas educativas y de sensibilización que este acompañado de actividades de promoción social, sino la inclusión social va convertirse en un mero discurso integrador y no en una práctica inclusiva.

Por lo que nosotros apostamos en una educación inclusiva desde los diversos espacios interrelación que tiene la sociedad como es la familia, la escuela, el centro de trabajo y la comunidad, para lo cual desde niños tenemos que generar una cultura inclusiva de integración sin marginar a los niños con habilidades diferentes, desde el hogar y principalmente en las instituciones educativas donde se expresa con mayor nitidez la exclusión primero por los docentes y padres de familia y seguidamente por los propios niños.

Desde hace mucho tiempo el Ministerio de Educación ha dado una norma para que las Instituciones Educativas se conviertan en instituciones educativas inclusivas donde puedan albergar niños “normales” y niños con habilidades diferentes, con muchos esfuerzo de los profesores y autoridades educativas algunas instituciones educativas tienen la certificación de ser una institución inclusiva, que nos parece muy bien en el papel, cuando comenzamos acompañar el proceso de inclusión de los niños con habilidades diferentes nos damos con la sorpresa que dichas instituciones no cuentan con el apoyo de las instancias educativas sino que al contrario obstaculizan el proceso de integración, no tienen adecuada infraestructura, no cuentan con mobiliarios y equipos educativos que necesitan y sobre todo no están capacitados los docentes que reciben a estos niños con habilidades diferentes.

Los programas curriculares no toman en cuenta la cultura inclusiva como un tema generador de inclusión social entre los docentes y los alumnos, sino al contrario estos programas curriculares son profundamente excluyentes donde los niños con habilidades diferentes deben estar albergados en instituciones educativas especiales. Por tanto es necesario adecuar o diseñar programas curriculares o proyectos educativos regionales inclusivos, para lo cual se debe modificar el concepto de niño, porque muchos lo miramos al niño o niña como objeto de protección o de lástima debemos tener una nueva mirada de niño o niña como sujeto de derechos donde el niño sea concebido como un ciudadano con deberes y derechos.

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