Ricardo Soto Sulca
Mucho se viene hablando de inclusión
social en nuestro país, desde los discursos políticos hasta la constitución de
políticas de inclusión pasando por la creación del Ministerio de la Inclusión
Social, generalmente la inclusión social se le asocia con la reducción de la
pobreza y por tanto con la efectividad y eficiencia de los programas sociales.
En esta oportunidad queremos desarrollar
la idea de cultura inclusiva que viene hacer un cambio de actitud de las
personas y su interrelación entre ellos, porque no solo con normas, leyes e institucionalidad
por parte del estado se puede empoderar la cultura inclusiva en nuestra
sociedad, Luis Thais nos dice: “La inclusión busca que la población tenga
acceso al conjunto de oportunidades que ofrece una sociedad. La inclusión
social implica acceso a la educación de calidad, servicios de salud, vivienda
adecuada (incluyendo saneamiento, electricidad, recojo de basura),
conectividad, utilización de espacios públicos, acceso a la cultura, a la
justicia, a no ser discriminados, pero más importante aún a la posibilidad de
generar ingresos o producir riqueza que permite a los ciudadanos, como dice la
constitución política del Perú: tener derecho a la vida, a su identidad, a su
integridad moral, psíquica y física a su libre desarrollo y bienestar”.
Estando de acuerdo con la idea de
Thais sobre inclusión social, nos
centraremos en el tema de no ser discriminado, no solo por estado sino sobre
todo por nosotros mismos, si persiste la discriminación, la exclusión entre nosotros
mismos no vamos a poder construir una cultura inclusiva entre los peruanos, las
personas en nuestro país vienen excluyendo o discriminando a las personas con
enfermedades terminales, discapacitados, lengua nativa, genero, raza, etc. Por
tanto no basta generar normas, leyes o crear un ministerio de inclusión social
si no hay una real trasformación cultural de las personas para que puedan operar
las políticas sociales, para ejercer su derecho ciudadano, para reconocer las
diferencias entre las personas.
Las buenas intenciones de los que
diseñan y proponen no solo normas y leyes sino programas de intervención para
la inclusión social en los diferentes sectores de nuestra sociedad chocan con
una triste realidad de que no cuentan con los operadores especializados para
implementar dicha política o programa, muchas veces estos funcionarios o
responsables en veces de llevar a cabo las actividades planteadas son los que
entraban dicho proceso no solo por desidia sino sobre todo por el poco o nada
de conocimiento que tiene sobre cultura inclusiva.
La poca importancia que tienen
las autoridades de los diversos niveles: nacional, regional y local sobre la
preparación y capacitación de su agencia hace que no pueden desarrollar programas
de promoción, prevención y recuperación de las personas con habilidades
diferentes, pero sobre todo no trabajan con las familias de estas personas que
la idea de buscar una integración familiar y comunal.
Es importante que esté presente en
la agenda de todas las instituciones públicas y privadas que tienen relación
con las personas de habilidades diferentes el tema de cultura inclusiva y se
convierta en un elemento vinculante en todos los programas sociales o políticas
sociales que implementa el estado. En nuestra experiencia de trabajo intelectual
y de promoción pudimos constatar que los mismos adultos somos los que buscamos marginar
o excluir a los niños y niñas que tiene habilidades diferentes y enseñamos a
nuestros propios hijos a discriminar a sus propios pares, por tener muchos prejuicios
o percepciones negativas que son creados por el sentido común de ellos, por
ejemplo: “no te puede juntar con un discapacitado porque te puede contagiar o
que va decir la gente si sabe que tenemos un hijo discapacitado o con enfermedad
terminal”, por tanto nosotros mismos discriminamos nuestros propios hijos.
Esta discriminación se da en ida
y vuelta, somos profundamente discriminadores por tener una cultura negativa,
sancionadora y construimos estereotipos y prejuicios con un contenido
excluyente sin tener en cuenta que también nosotros somos marginados por los
otros ya sean personas “normales” o personas con habilidades diferentes.
Por lo que es importante en
trabajar el tema de cultura inclusiva como cambio de mentalidad en las personas
comenzando en el hogar, las instituciones educativas, el trabajo y la comunidad
para lo cual se debe desarrollar programas educativas y de sensibilización que este
acompañado de actividades de promoción social, sino la inclusión social va
convertirse en un mero discurso integrador y no en una práctica inclusiva.
Por lo que nosotros apostamos en
una educación inclusiva desde los diversos espacios interrelación que tiene la
sociedad como es la familia, la escuela, el centro de trabajo y la comunidad,
para lo cual desde niños tenemos que generar una cultura inclusiva de
integración sin marginar a los niños con habilidades diferentes, desde el hogar
y principalmente en las instituciones educativas donde se expresa con mayor
nitidez la exclusión primero por los docentes y padres de familia y
seguidamente por los propios niños.
Desde hace mucho tiempo el
Ministerio de Educación ha dado una norma para que las Instituciones Educativas
se conviertan en instituciones educativas inclusivas donde puedan albergar
niños “normales” y niños con habilidades diferentes, con muchos esfuerzo de los
profesores y autoridades educativas algunas instituciones educativas tienen la
certificación de ser una institución inclusiva, que nos parece muy bien en el
papel, cuando comenzamos acompañar el proceso de inclusión de los niños con
habilidades diferentes nos damos con la sorpresa que dichas instituciones no
cuentan con el apoyo de las instancias educativas sino que al contrario
obstaculizan el proceso de integración, no tienen adecuada infraestructura, no
cuentan con mobiliarios y equipos educativos que necesitan y sobre todo no
están capacitados los docentes que reciben a estos niños con habilidades
diferentes.
Los programas curriculares no
toman en cuenta la cultura inclusiva como un tema generador de inclusión social
entre los docentes y los alumnos, sino al contrario estos programas
curriculares son profundamente excluyentes donde los niños con habilidades
diferentes deben estar albergados en instituciones educativas especiales. Por
tanto es necesario adecuar o diseñar programas curriculares o proyectos
educativos regionales inclusivos, para lo cual se debe modificar el concepto de
niño, porque muchos lo miramos al niño o niña como objeto de protección o de
lástima debemos tener una nueva mirada de niño o niña como sujeto de derechos
donde el niño sea concebido como un ciudadano con deberes y derechos.
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